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Mostrando entradas de mayo, 2012

Callejuela londinense

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Medianoche. Una rata corre sigilosa por la tubería. Él protege su rostro con un sombrero de copa. Silencio. El suelo encharcado brilla, refleja las luces de las farolas lejanas. Callejuela de Londres.             Una ráfaga de viento se cuela moviendo su gabardina negra. El cuello subido, descaro en su andar. A lo lejos un taxi llama mi atención. Estoy escondida detrás de un contenedor oxidado. Huele a pescado podrido. Me acurruco un poco más. La rata pasa por delante de mí. Se detiene, me mira y se va. ¡Mierda! Pasos tranquilos se acercan por el callejón. ¡Mierda, mierda! Le oigo pisando un charco a pocos metros de mí. Él no se ha preocupado por el sigilo. ¿Será posible? Sabe que estoy aquí. ¡Mierda! ¡La maldita rata me ha delatado! Hace frío. Mucho. No siento los pies ni las manos. No me ha dado tiempo a coger el abrigo al salir de casa. Estoy congelada. El cielo negro no presagia nada bueno esta noche. ¡Tengo miedo! Un aire gélido atraviesa el gueto sin piedad. Silencio. El

Entrevista a Jaime Nubiola

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Realizada por Claudia C.B. , alumna de segundo de Periodismo y, además, mi querida hermana. Doy en su nombre un agradecimiento muy especial a mi antiguo profesor y actual mentor, Jaime Nubiola, escritor, filósofo y profesor de la Universidad de Navarra. Esperamos que le agrade el resultado final y que, a vosotros, os conquiste su sabiduría y entusiasmo. Jaime Nubiola (Barcelona, 1953) es profesor de filosofía en la Universidad de Navarra. Ha sido visiting scholar (profesor invitado) en las universidades de Harvard, Glasgow y Stanford. Es autor de varios libros como El compromiso esencialista de la lógica modal, Invitación a pensar, La renovación pragmatista de la filosofía analítica y Pensar en libertad . Su cara y actitud son el fiel reflejo de la alegría y el entusiasmo. A sus cincuenta y ocho años le sobran las ganas de seguir escribiendo y de aprender. Sus alumnos lo convierten en alguien especial y le ayudan a superarse todos los días en su polifacética profe

El timbre

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          Suelo apoyar la frente sobre el cristal mientras espero tu llegada. La mesa ya está puesta con todos los detalles, velas incluidas. Hoy te he preparado tu plato favorito y espero que llegues de buen humor. Sales de trabajar a las ocho y media todos los días y a las nueve menos cinco ya estás aparcando enfrente de casa. Como un reloj  Made in Switzerland.  No, mejor aún. La lluvia golpea en el cristal. Nuestras escaleritas de madera de la entrada son ahora de un marrón chocolate muy oscuro, casi negro. Te espero preocupada, como siempre. Nunca se sabe lo que puede pasar. Te estás retrasando y encima está cayendo un chaparrón espantoso.             Despego mi cara del cristal congelado y un suspiro se escapa desconsolado por mi garganta. Empaño la ventana y el vaho se extiende rápidamente. Froto mi frente para conseguir que entre en calor mientras veo cómo se encoge la marca del vapor a una velocidad increíble. Como enviado por una fuerza superior,  Duck  se acerca y me

Estrés

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En esta noche a vísperas de mi primer examen final de tercero de carrera, no puedo evitar pensar en el verano. El verano que tan cerca tengo y que casi puedo sentir. El verano pasado, sin poder ni querer evitarlo, viene fugaz a mi cabeza. La música italiana que por aquel entonces tenía entre ceja y ceja, mis largos paseos por la playa, con el atardecer rosado pisándome los talones. La brisa, incondicional, revolviendo mi cabello negro sin piedad. Despejando mi cara y mi mente, sin dudas, sin preocupaciones. Ahora estoy enganchada a la música francesa, mis uñas son roídas por el incansable miedo al suspenso, las ojeras se acomodan en mi cara. Con los exámenes a la vuelta de la esquina, jaquecas a deshora y unas terribles ansias de playa, me enfrento a un mes lleno de preocupación, estrés y agobio. Sin olvidar unas cuantas tiritas para mis pobres uñas. Menos mal que aún conservo el recuerdo de aquel atardecer.