Caprichosa fortuna

El bus iba infestado de sudor y cansancio, la mala leche se repartía caprichosa cada dos o tres metros, mientras que la frustración bailaba solitaria entre los adolescentes hormonados y esos ancianos con el peso de sus recuerdos oprimiendo su pecho y encorvando su joroba. Lo confieso, me sentí afortunado.


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