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Mostrando entradas de marzo, 2018

Águila

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 Camiseta sudada, de tirantes, color gris. Bíceps definidos, tersos, muy morenos. Un tatuaje llamativo, cubriendo parte del hombro y subiendo hasta el cuello. Un águila. El águila de la libertad, de la expresión. Es libre para tatuar su filosofía en su cuerpo, para sudar la camiseta en el gimnasio, dos veces al día. Todos los días. Libre para sentirse realizado con un cuerpo diez. Deseado, envidiable. Porque él es dueño de su cuerpo; y esclavo, también.

Trayecto nocturno

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Adormilada, noté cómo mi tren reducía la marcha a medida que se acercaba a una de las estaciones del recorrido. A través del cristal pude ver cómo los viajeros nocturnos, uno al lado de otro, esperaban apiñados para poder subirse a los vagones. Entre las sombras de aquella pequeña estación vislumbré una silueta que me resultó vagamente familiar. Un hombre desgarbado, ágil y de complexión delgada, se abría paso entre los más rezagados para entrar en aquel tren. Mi tren. Se parecía mucho a un viejo amor. Me vinieron a la cabeza mis últimas palabras, el momento de nuestra ruptura. Recordé su paradero actual, muy lejos de allí, y secretamente deseé que aquella silueta desconocida fuera él. Incluso he de confesarme que estuve esperando unos minutos a que alguien con aromas de jazmín y tostadas tomara asiento a mi lado. Un recuerdo sí lo hizo. Vi esa mirada, capaz de atravesar medio país y colarse en mi tren, un trayecto rutinario que a todas luces él habría deducido con la pasmos

No soy yo

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Te contaré un secreto: no soy yo la que escribe. Lo hago en primera persona para que te identifiques conmigo. Te abro mi alma y me desnudo ante ti, solo con un propósito: transmitirte confianza. Las emociones que te cuento ni mucho menos son mías: son deformaciones de pequeñas parcelas de mi alma. Las llevo al extremo, te las muestro en estado puro, naturales. Como deberían ser si nuestros miedos y prejuicios no nos obligaran a esconderlas. No significa que no existan, habitan en mi imaginación y en la tuya. Y gracias a eso están vivas. Poca gente puede apreciarlas o entenderlas, ni mucho menos sentirlas. Y por eso me veo en la obligación de mostrártelas.

Lecciones

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La vida sigue dándome lecciones que, minan mi preciada ingenuidad, mi optimismo y también mis ilusiones. A veces me paro a pensar en cómo acabará todo esto, si me convertiré en una mujer fría y solitaria —de esas que reniegan del mundo y desconfían de todo y tienen una coraza y son impenetrables y saben predecir comportamientos y leer a las personas y ellas son tan inteligentes como impredecibles y no se permiten ser vulnerables ni cobardes ni dependientes— o si podré mantener mi capacidad de sorprenderme. Quiero conservar mi esperanza en la humanidad de las personas, quiero confiar en que me quieran desinteresadamente, quiero que un gesto pequeño siga siendo importante, quiero no calcular los riesgos. Pero cada vez es más difícil, cuando la vida y sus lecciones te vuelven la alumna más aventajada de tu clase, pero tú no quieres.